miércoles, 25 de julio de 2018

Magia


La historia que vas a leer es una de las versiones creadas con la base “Creación de magia artificial”. En estas historias estoy jugando con un personaje que crea magia artificial en un mundo en el que existe la magia. El personaje está aislado de los demás debido a que no puede usar magia mientras que el resto si pueden. Las diferentes historias son muy parecidas en la historia, solo cambiando en ciertos aspectos (principalmente sobre el mundo), pero aun así quiero publicar todas las versiones y me gustaría que me dijerais cual de ellas os gusta más.

Un mundo donde la magia es el centro de todo. Tecnología, aprendizaje y vida diaria, todo está relacionando con la magia. Yo, sin embargo, soy parte de ese 1% que ha nacido sin la capacidad de usarla. Somos tan pocos y tan repartidos por todo el mundo que nadie sabe como actuar delante de nosotros.
Es tan frustrante salir a la calle y recibir miradas llenas de lástima allá donde voy. Ir a clase solo para recibir insultos y estar aislada del resto de estudiantes debido a mi “condición”, no permitiéndome aprender lo mismo que los demás.
Dejé de asistir a las clases cuando decidí que estaba harta de que me trataran como basura. Tampoco es como si a alguien le fuera a importar que dejara de asistir, después de todo no hay muchos lugares donde alguien sin el más mínimo conocimiento de la magia pueda trabajar. En casi todos los trabajos, aunque no se necesite el uso de la magia para nada, no contratan a nadie que no pueda usar como mínimo los hechizos más básicos.
Incluso mi familia decidió que no importaba lo que hiciera. Desde el momento en el que se supo que no iba a usar nunca magia, ellos dejaron de prestar atención a lo que yo hacía por completo. Yo era la decepción de la familia, quien no iba a conseguir nada en su vida.
No los culpo por su decisión, después de todo gracias a que no los importaba lo que hiciera pude permitirme hacer muchas locuras durante toda mi vida.
Empecé a tener mucho tiempo libre en mis manos y uno solo puede pasarse un límite de días viendo series y películas las 24h del día antes de que el cuerpo empiece a demandar algo de movimiento con lo que ocupar las horas. Como solución empecé a estudiar por mi cuenta. Después de todo no había dejado de estudiar por falta de ganas, sino porque no aprendía nada. Utilizando todos los medios a mi disposición para conseguir libros, recopilé libros en todo aquello que no tuviera que ver con el uso de la magia. Aunque sí elegí algunos libros sobre teoría mágica.
Nunca he tenido buena memoria y nunca le he dado mucho interés a lo que aprendía en clase. Pero poco a poco empecé a ganar interés en algunos temas como ingeniería mecánica y física. Incluso en teoría mágica, pues pese a no poder utilizarla yo misma, la teoría detrás del uso de esta era interesante. Con mucha paciencia empecé a estudiar, llenando libreta tras libreta de notas y preguntas que iba respondiendo poco a poco. Releyendo una y otra vez las partes más complicadas o las que olvidaba constantemente. Era frustrante y muchas veces llegaba a enfadarme pues me parecía que no avanzaba en mis estudios, pero no me rendí.
Utilizando la libertad que me permitía tener mi falta de magia, cree en mi habitación una zona no solo donde estudiar con tranquilidad sino también donde poner en práctica todas aquellas ideas que se me ocurrían cuando leía sobre ciertas teorías o como funcionaban ciertos componentes.
Creé máquinas desde cero con componentes que conseguía desmontando cafeteras, ordenadores y todo lo que podía encontrar que no funcionara. La mayoría de las veces solo daba mejoras o reparaba las máquinas que encontraba. Pero otras creaba pequeños robots mascota. Todos ellos eran simples en concepto, pero me sentía muy orgullosa cada vez que funcionaban tal y como quería. Después de todo aún era una adolescente cuando empecé a crearlos.
Fue por aquella época cuando empecé a sobrevivir a base de cafeína para poder estar más horas estudiando o creando. Adicción que se ha alargado a lo largo de los años.
Cuando empecé a crear máquinas más complejas y mi conocimiento sobre el tema aumentó, decidí que necesitaba encontrar alguna manera de conseguir dinero para poder comprar materiales mejores. Tuve suerte de encontrar una tienda de electrónica donde necesitaban a alguien urgentemente para reparar ordenadores.
Ahorrando todo lo que ganaba, empecé a comprar materiales. Los más baratos que podía encontrar. Solo compraba componentes que necesitaba para aquello que quería comprar, pero si era posible poder continuar creando cosas intentaba no gastar nada, para poder ahorrar y comprar materiales de mejor calidad.
Cinco años después cree mi primera máquina que permitía a alguien como yo usar magia. Era un aparato simple. Un único botón que hacía levitar el objeto que tengas delante por unos segundos. No podía hacer nada más.
Aún así, ese fue el día más feliz de mi vida.
Había usado magia por primera vez, no solo eso, había creado magia artificial. Algo nunca visto.
Me puse a trabajar en ello con gran fervor. Quien sabia a que límites podía llegar con aquello. Estudié todo lo que pude encontrar en teoría mágica. Creé máquina tras máquina, perfeccionando la programación.
Y ahora estoy aquí. Una de las mujeres más ricas del mundo gracias a mis descubrimientos en la magia artificial. Aunque nadie sabrá nunca los límites a los que han llegado mis invenciones. Nadie sabrá nunca sobre mis robots con la capacidad de usar magia que haría a los mejores hechiceros envidiosos y la habilidad de aprender de sus errores pese a ser programas electrónicos en sus bases. Ellos son mi pequeño secreto.

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